Agustin Comastri y la residencia del pionero

La residencia del pionero Agustin Comastri
Cuando se decidió instalar el enterratorio primitivo de 1867 y luego la ampliación de 1871, fue necesario preparar una pequeña estación o “parada” para el ferrocarril. Se procuró obtener tierras de los propietarios vecinos y fue entonces cuando Agustín Comastri, agricultor italiano llegado a nuestro país por 1865, donó una franja de tierra. Comastri fue un próspero inmigrante. Sus campos llegaron a tener sesenta cuadras de superficie. Mandó edificar una bella residencia y realizó sin cesar mejoras en sus predios. Hizo perforar un profundo pozo donde hoy se juntan la avenida Dorrego y la calle Aguirre, excavación que llegó hasta una rica napa de agua potable, capaz de abastecer a casi todas las quintas de los alrededores y a sus propias tierras de cultivo o destinadas a la ganadería. En la Quinta de Comastri, tan famosa como la que luego sería vecina –Quinta de Bollini–, se sembraba maíz, trigo, alfalfa y había árboles frutales y hortalizas. Otra de sus actividades consistía en la fabricación y venta de ladrillos, pues disponía de varios hornos, con numerosa yeguada para amasar el barro. Se dedicó por momentos al cultivo de moreras y fue precursor en la cría de gusanos de seda. A partir de la perforación del pozo de agua hizo construir una alberca de la que salían varios canales o acequias para el riego en todas las direcciones. Un canal llegaba hasta el edificio principal para regar las bellas plantas que lo rodeaban. Eran asimismo notables los viñedos cultivados por Comastri; daban uvas capaces de transformarse en gustosos vinos. Se producían 500 bordalesas de vino cada año, con más de cien mil pies de viñas, según explicaba el historiador Alberto O. Córdoba. Esa cantidad es equivalente a 112.000 litros de vino por año. Sobre las tierras del diligente toscano hay interesantes informaciones en la publicación El Industrial, del 4 de marzo de 1883, que nos ofreciera generosamente el historiador Enrique Mario Mayochi. En resumen: en los comienzos de marzo de ese año, una comisión del Club Industrial Argentino fue invitada por don Agustín Comastri a visitar sus tierras y en especial sus viñedos. Así leemos:

La zona iba desde la parte más alta hasta la costa del arroyo Maldonado. Allí había 48 manzanas cultivadas con alfalfa, con riego artificial. En el resto del terreno había plantíos frutales y magníficos viñedos. En el centro, la casa principal, con habitaciones y bodega, a un costado, los talleres de herrería y carpintería, al otro los establos y en extremo SO, las norias a vapor. Convergían a la casa cuatro caminos defendidos por impenetrables cercos de cina-cina. En cada camino se veía una ‘tranquera de pescante’. Ayudan a Comastri sus siete hijos argentinos. El viñedo moscatel ocupa cinco cuadras y los perales han rendido 2000 canastas de peras.

En la actual manzana limitada por las calles Bonpland, Fitz Roy, Aguirre y Loyola, el pionero mandó a construir una casa que se llamó El Mirador de Comastri. Estaba equipada con novedades para el lugar como un gran reloj, luz de gas en el mirador, un sótano que se cree llegaba al arroyo Maldonado, un pararrayos, mobiliario de gran calidad, techos decorados, piano, etc. Tres años más tarde del primer obsequio de tierras para tan noble causa –en el año 1874– el Estado decidió agrandar nuevamente el Cementerio y como Comastri no cedió las tierras que le pedían porque eran muy extensas, se le expropiaron varias manzanas que tenían cultivos, pagándole un ínfimo precio. Un siglo más tarde, precisamente el 12 de junio de 1974, la ciudad de Buenos Aires decidió rendir homenaje a este pionero de nuestros lugares y se colocó una placa en el frente del edificio, lamentablemente ya derruido y en peligro de derrumbarse. La placa expresa: “Homenaje de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires al digno vecino don Agustín Comastri”. Con posterioridad se inauguró una plazoleta con su nombre en la Av. Córdoba y Bonpland, donde había vivido uno de los hijos de don Agustín.