Nos adentramos en como surgió la Catedral Metropolitana de Buenos Aires y su importancia dentro del catolicismo.
La Catedral Metropolitana está ubicada frente a la Plaza de Mayo. Emplazada en la intersección de las calles San Martín y la Avenida Rivadavia. Esta Catedral, siendo el templo más antiguo de la ciudad. Ubicada en el barrio San Nicolás, se encuentra ubicada en el cuadrante con más historia del país.
A su vez a se ubica a pocos pasos de la Casa Rosada, del Cabildo de Buenos Aires, del Ministerio de Economía y de la sede del Banco Nación. La Catedral suele tener visitas guiadas de turistas y misas regulares como cualquier otra Iglesia de la ciudad.
Todos los años el 25 de Mayo se celebra el día de la formación del primer gobierno argentino en un Tedeum en la Catedral al que asisten los principales funcionarios del país. Todos los presidentes democráticos y militares del país han participado en el Tedeum a lo largo de los años. El Arzobispo de Buenos Aires reside aquí y es quien está a cargo de la misa.
La Catedral Metropolitana consta de 12 columnas del orden corintio, que representan a los 12 apóstoles, y cinco naves. Su diversidad de estilos pasa por el barroco como por el románico; y su superficie ronda los tres mil metros cuadrados.
La primera construcción, en 1593, fue una capilla de adobe. Desde aquel momento hasta estos días, hubo en este sitio seis edificios diferentes, los cuales debieron ser renovados por inundaciones, incendios, la precariedad de los materiales y defectos estructurales.
El actual edificio es el sexto que se levanta en el solar que Juan de Garay le asignara al trazar la ciudad, en 1580. La primera Catedral de Buenos Aires se erigió en 1622 en este mismo lugar. El quinto de los templos se construyó hacia el 1682, pero tras derrumbes, remiendos y demoliciones.

La quinta catedral no fue la definitiva pues a las 9 de la noche del 23 de mayo de 1752 se derrumbó una parte de ella y entre las seis y la diez de la mañana del día siguiente se desplomaron, según informe del gobernador José de Andonaegui “las tres bóvedas de iguales naves”. El obispo, don Cayetano Marcellano y Agramont informaba al rey que fue preciso “derribarla enteramente por la poca firmeza de las paredes que han quedado y empezar su fábrica desde los cimientos con más solidez y extensión que los de la antigua, que por su cortedad no parecía catedral”.
Transcurridos tres años, sin contar con la autorización real y sin haber enviado los planos para su autorización, y con el total apoyo del Cabildo Eclesiástico, empezó el obispo a levantar la nueva catedral, la actual, según los planos de un arquitecto nombrado Antonio Masella, de origen saboyano. El célebre vasco y hombre de empresa Domingo de Basavilbaso, hombre de confianza del obispo y bienquisto de la ciudad, en 1754 se hizo cargo de la tesorería y dirección de la obra del nuevo templo. La nueva catedral, según el plano de Masella, sería de cruz latina, con tres naves y seis capillas laterales a ambas.
La catedral se fue edificando con los bienes de la Iglesia y con la cooperación económica del pueblo. Las obras, de a poco, se iban realizando, tanto que en 1758 se pudo inaugurar la llamada nave de San Pedro, la que se halla a la derecha de la puerta de entrada, y también el nuevo bautisterio. Pero, aunque un poco tardía, la ayuda real empezó a llegar en 1760.
Don Cayetano Marcellano y Agramont, que tanto había hecho por la nueva catedral en 1759, tuvo que dejar el gobierno de esta diócesis por haber sido trasladado a la sede arzobispal de Charcas. Su sucesor, el porteño José Antonio Basurco (1760-61) ocupó solo un año la sede bonaerense, pero hizo también su obra contribuyendo a la prolongación del templo al donar el terreno de una casa, contigua a la iglesia, que pertenencia de su hermana, doña María Josefa Basurco, tasado en 7.500 pesos, que pagó de su peculio personal.
Una dificultad sobrevino en 1770, en que al detectarse grietas en la media naranja o cúpula, fue necesario proceder a su demolición. Al cabo de siete años las obras tuvieron que suspenderse porque también se había suspendido la ayuda estipulada en 6.000 pesos. En 1778 fue demolido el pórtico porque no concordaba con las proporciones del edificio de la catedral; también fueron demolidas las torres por no estar de acuerdo con el estilo del templo.

Fue el penúltimo obispo de Buenos Aires, don Manuel Azamor y Ramírez, quien puso cima a las obras del templo catedralicio en lo que se refiere a lo principal de él y lo inauguró el 25 de marzo de 1791, treinta y ocho años después de iniciada su reconstrucción en 1753. La catedral fue consagrada en 1804 por el último obispo de la era hispánica don Benito de Lué y Riega, quien se empeñó en agregarle lo que aún le faltaba: el frontis y las torres. Las obras se comenzaron en 1804, pero en 1807 hubieron de suspenderse por falta de numerario.
En 1822, los franceses Próspero Catelin y Pedro Benoit diseñaron la fachada, cuyas 12 columnas simbolizan a los doce apóstoles de Jesús. El interior tiene naves, capillas laterales y un crucero que se halla bajo una impresionante cúpula que alcanza los 41 m de altura. Otro detalle de importancia es la ornamentación del frente, realizada en 1860 por el escultor francés Joseph Dubourdieu (autor de la figura que se encuentra en la cúspide de la Pirámide de Mayo) que realizó el bajorrelieve del frontispicio, que representa el encuentro de Jacob con su hijo José en Egipto.
En 1856, el Gobierno de Buenos Aires dictó una ley para la construcción de la demorada Curia Eclesiástica. Fue proyectada por Pedro Fossati en estilo italianizante y se edificó en el terreno lindante hacia el este, dejando el espacio del camposanto de por medio. Contaba con planta baja y dos pisos y su interior estaba organizado alrededor de un patio central. Fue concluido por el ingeniero Charles Pellegrini, y habilitado en 1862.
Finalmente, en 1877 el arquitecto Enrique Alberg reformó una nave lateral para dar lugar al mausoleo del general José de San Martín, obra del escultor Albert ErnestCarrier-Belleuse. Las catorce pinturas del Vía Crucis son obra del italiano Francesco Domenighini, y originalmente se encontraban en la Iglesia del Pilar. El altar mayor (dorado y de grandes proporciones) se impone en el medio como el punto más destacado del centro. En 1942, la Catedral Metropolitana fue declarada Monumento Histórico Nacional y es considerada una de las más importantes obras arquitectónicas de la época de la Colonia.
En 1994, comenzó una intensiva obra de restauración y puesta en valor del templo dirigida por el arquitecto Norberto Silva. La finalización de los trabajos fue celebrada el 13 de octubre de 1999 con una misa brindada por el arzobispo Jorge Bergoglio, a la cual asistió entre otros el presidente Carlos Menem.

En 2013 en ocasión del Sesquicentenario de la inauguración del alto relieve de la fachada, el Gobierno de la Ciudad junto a los equipos de la Catedral, restauró el pórtico en el marco del Plan Microcentro. Asimismo se inauguró una muestra permanente de Jorge Bergoglio, que fue Arzobispo de Buenos Aires y el encargado de conducir la Arquidiócesis. Allí el visitante podrá encontrar objetos personales y litúrgicos que utilizó durante los 15 años de su ministerio pastoral en la Ciudad.
Una de las cosas que sorprende a quien visita la Catedral es la diversidad de estilos que es posible observar en su interior. No olvidemos que la construcción del edificio actual fue iniciada en el siglo XVIII y recién pudo ser concluida a principios del siglo XX, pasando por manos de variados arquitectos y constructores, quienes, según el momento, fueron cambiando o agregando algo, desde elementos un tanto barrocos, hasta su estilo fundamentalmente románico.
El templo impresiona por su volumen y grandiosidad: su nave central está próxima a los cien metros de largo; su piso, de mosaicos diminutos y especial belleza, tiene una superficie que se aproxima a los tres mil metros cuadrados.
En la Catedral Metropolitana podemos encontrar:
- Mausoleo del General San Martín, obra del escultor Albert Carrier-Belleuse, sobre el lateral derecho de la nave central, en la cuarta capilla.
- El altar mayor, obra de Isidro de Lorea, cuya ornamentación delata su estilo Churrigueresco.
- La sillería del presbiterio.
- Las imágenes religiosas de la Virgen de los Dolores, en la Capilla dedicada a su advocación (a la izquierda del altar mayor)
- El Santo Cristo de Buenos Aires, obra del siglo XVII realizada en madera de algarrobo policromada.
- En la capilla San Martín de Tours (ubicada en el ala izquierda) está el monumento al Arzobispo León Federico Aneiros, un mausoleo en mármol de Carrara y piedra, obra del escultor Víctor de Pol.
- Las catorce pinturas del Vía Crucis son obra de Francesco Domenighini.
- El piso diseñado en 1907, por Carlo Morra, y fabricado en Inglaterra en mosaico veneciano.
- Una imagen del Cristo del Gran Amor con la que todos los años, durante Semana Santa, se celebra un Vía Crucis, obra de Luis Álvarez Duarte, del año 1981.