Origen y tradición de las empanadas Argentinas

Debates se ciernen sobre las mejores empanadas argentinas. Para qué perderse en esa diatriba, si es mejor darle gusto al paladar con lo mejor de cada sitio. Si hay casero, potente, de origen tucumano hay que probar La Payada.

Si hay algo que da identidad a las mesas argentinas de brazos compartidos y creación colectiva es la empanada. Hay un lenguaje de fronteras dentro que se lee en el esculpido de cada una. El repulgue (concepto fuera del diccionario de la Real Academia Española hasta el pasado año, el término aprobado era repulgo) es casi un nomenclador local. Un juego de expresión y saber que los empanadólogos reconocemos con soltura. Un código que se reinventa en cada casa, región o chef.

Se trata de un saber heredado, que recorre generaciones, que le pone filigrana a esta delicadeza culinaria. El término aparece por primera vez en un texto en 1927 en la pluma de Félix F. Avellaneda.

Los historiadores indican que la empanada debe su origen en una práctica que los mineros ingleses importaron a nuestro país. Ellos tenían la práctica de realizar pasteles que encerraran los ingredientes que les permitía comer variado sin que los elementos se perdieran. Los primeros hacedores de los cornish pasties, así los llamaban fueron los mineros ingleses de Cornwall. Sin embargo los tucumanos aseguran que la tradición se remonta a la época de los conquistadores y colonizadores españoles que la heredaron de los árabes y la trajeron a América. Su aparición comenzó en la región andina y sufrió cambios en sus ingredientes de acuerdo a la utilización de los diferentes productos autóctonos de cada territorio.

A lo largo de toda la cordillera latinoamericana esta exquisita y práctica comida presenta distintas variantes: es más o menos jugosa, más o menos picante, horneada en horno común o de barro, o frita, con repulgue arriba o al costado, cambiada por el aroma único del comino del noroeste argentino o ardiente por el ají que llegó del Perú, perfumada por la aceituna o por las pasas de uva, etc.

La cadencia tucumana

Entre los desgustadores de empanadas de toda la Argentina se suele reconocer a los del norte del país como las más sabrosas y en particular destaca entre ellas la empanada tucumana. Allí se realiza la Fiesta Nacional de la Empanada, en la ciudad de Famaillá.

La Payada trae esa tradición a las calles porteñas con una exquisita oda al origen, respetando las características personales y únicas. Es un joven emprendimiento familiar fundado en 2014 y que, gracias a su profundo cuidado por la calidad y el respeto por el producto bien tratado, cuenta con cinco locales franquiciados.

Apunta a brindar la posibilidad de disfrutar de los sabores autóctonos de la provincia de Tucumán. Para ello selecciona rigurosamente las materias primas e insumos que utiliza en la elaboración de la mercadería que llega a domicilio. Valora empáticamente la elección del cliente por sobre otras opciones para compartir una comida en familia o con amigos. Aunque cuenta con algunas variaciones accesorias a su carta, siempre basadas en tradiciones nacionales, su fuerte son las empanadas en quince versiones bien rellenas, con panzas de 110 gramos cada una, con cada ingrediente cortado a cuchillo y procesado en sus popias cocinas. Un vademecum de versiones gourmet que no pierden su espíritu tucumano ni en un rulo del repulgue.

Si te interesa pedir, la sucursal de Villa Crespo se encuentra en Scalabrini Ortiz 990

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