“Seis tips familiares para estar atentos a los posibles desórdenes alimentarios en los niños de escuela primaria” por la Dra. Mabel Bello

Por la doctora Mabel Bello, Asesora médica de Aluba, www.aluba.org.ar

El trastorno de alimentación en la infancia representa cambios en la conducta que no son solo de la alimentación sino que corresponden a otras áreas como la comunicación social, el juego o la dificultad de mantener lazos sociales.

Cuando el niño presenta dificultad a la hora de realizar sus ingestas podemos contar con algunos tips que pueden facilitar a los padres la resolución de algunas situaciones que pueden llegar a ser riesgosas si se mantienen en el tiempo:

• Cuando un niño es ansioso con la comida y come demás: es muy importante mantener un buen clima familiar, que no se hable exageradamente sobre los alimentos y si que se tenga en cuenta el protocolo, tratando que coma en forma pausada, utilizando de una manera correcta los cubiertos, así se lograra que se extienda el tiempo de la ingesta y se disminuirá la ansiedad, dándole al organismo la posibilidad que llegue a saciarse al final de la misma, evitando que coma a escondidas.
• Cuando un niño no come o tarda mucho en masticar: está manifestando miedo y dependencia. Por ejemplo si tarda mucho en masticar la comida es preferible que ingiera semisólidos (sopas, puré) hasta que se solucione el problema.
• Cuando el niño come solo uno o dos alimentos y rechaza el resto: estamos frente al llamado ‘Síndrome de especialización con la comida’. Los niños que tienen esta conducta muestran dificultades ante los cambios y suelen relacionarse con una o dos personas, evitando al resto. Es importante que lo expongan a los cambios en forma gradual para así evitar crisis.
Consejos generales:
• Son los padres los que deben elegir el tipo de alimentación y no someterse a los caprichos de los niños.
• Hablar de comida no soluciona los problemas de alimentación sino es a través de los cambios en la conducta como se logran buenos resultados.
• Un ambiente distendido, tranquilo y armónico favorece el proceso de adaptación a los buenos hábitos.