Piropos, multa y un tango a fines de 1906

A fines de 1906, la policía de la época comenzó a implementar una norma que sancionaba a aquellos individuos que se atrevían a dirigir piropos a las mujeres en las calles. Esta medida generó un gran revuelo y sirvió de inspiración para la creación de una canción emblemática, titulada ¡Cuidado con los 50!, compuesta por un letrista que retrataba las historias de la gente común y los ambientes urbanos de la época.

El 10 de septiembre de 1906, el coronel Ramón Lorenzo Falcón fue designado como jefe de la Policía de la Ciudad, un cargo que no había buscado activamente, pero que fue sugerido desde la Casa Rosada. Falcón se tomó su nuevo trabajo con seriedad y determinación. Decidió que la formación de los cadetes se llevara a cabo en el Regimiento 8° de Caballería de Línea, ubicado en Palermo, con la idea de convertir cada comisaría en una especie de cuartel. Además, estableció la Escuela de Cadetes, la cual llevó su nombre durante décadas, y se mostró implacable en la represión de marchas y huelgas obreras, incluso cuando se produjo un intento de reclamo laboral dentro de la propia fuerza policial. Sin lugar a dudas, Falcón era un hombre duro y autoritario.

El 28 de diciembre de ese mismo año, Falcón realizó otra de sus acciones impactantes. En medio de su frenética actividad administrativa, ordenó a los agentes de policía hacer cumplir en las calles una disposición que había sido establecida el 10 de abril de 1889. Dicha disposición recordaba al personal policial su deber de velar constantemente por la moral y las buenas costumbres, así como el de evitar que alguien fuera molestado o provocado con gestos o palabras ofensivas para la decencia. El objetivo principal de esta medida era combatir los piropos callejeros.

El término “piropo” estaba asociado en la antigüedad con la imagen del fuego. “Pyropus” era el vocablo utilizado para describir una aleación de oro y cobre que tenía un color rojo brillante. “Pyr” hacía referencia al fuego, relacionándolo con el color encendido, los ojos ardientes y, de manera figurada, la pasión. Por su parte, “ops” se refería a la apariencia o aspecto. De esta manera, “Pyropus” representaba la apariencia del fuego y, por extensión, se asociaba con la pasión y el amor.

Ramón Falcón lideró a aquellos que demandaban una defensa de la moral en las calles, especialmente en lugares como la calle Florida, donde la gente iba para ver y ser vista. Según los moralistas de la época, las mujeres eran constantemente objeto de cientos de piropos, siendo consideradas “muchachas inocentes” víctimas de una “feo hábito”. A partir del 28 de diciembre de 1906, se comenzó a aplicar esta disposición y la pena impuesta generó un gran escándalo. Si alguien era sorprendido diciéndole, por ejemplo, a una dama que “te comería a besos”, como ironizaba la revista Caras y Caretas, debía pagar una multa de 50 pesos o pasar diez días detenido. Esta cifra resultaba excesiva si se tenía en cuenta que el sueldo de un maestro rondaba entre los 140 y 180 pesos.

Ángel Villoldo, reconocido músico y compositor de los primeros años del tango, vio en esta situación una oportunidad. Villoldo, quien se destacaba como letrista y era conocido por recitar versos subidos de tono, decidió aprovechar el momento. Así fue como compuso el tango “¡Cuidado con los 50!” en alusión a la exorbitante suma que debía pagar el infractor. Este tango, estrenado en 1907, contaba con la siguiente letra:

“Una ordenanza sobre la moral

decretó la dirección policial

y por la que el hombre se debe abstener

decir palabras dulces a una mujer.

Cuando una hermosa veamos venir

ni un piropo le podemos decir

y no habrá más que mirarla y callar

si apreciamos la libertad.

¡Caray!… ¡No sé

por qué prohibir al hombre

que le diga un piropo a una mujer!

¡Chitón!… ¡No hablar,

porque al que se propase

cincuenta le harán pagar!

Yo cuando vea cualquiera mujer

una guiñada tan sólo le haré.

Y con cuidado,

que si se da cuenta,

¡ay!, de los cincuenta

no me salvaré.

Por la ordenanza tan original

un percance le pasó a don Pascual:

anoche, al ver a una señora gilí,

le dijo: Adiós, lucero, divina hurí.

Al escucharlo se le sulfuró

y una bofetada al pobre le dio

y lo llevó al gallo policial…

Por ofender a la moral.

¡Caray!… ¡No sé

por qué prohibir al hombre

que le diga un piropo a una mujer!…

¡No hablar!… ¡Chitón,

porque puede costarles

cincuenta de la nación!

Mucho cuidado se debe tener

al encontrarse frente a una mujer.

Yo, por mi parte,

cuando alguna vea,

por linda que sea

nada le diré.”

Se cuenta que Villoldo y un amigo idearon una estrategia de marketing para promocionar el tango. Enviaron a alguien a una esquina de la ciudad para que lanzara piropos a diestra y siniestra y así ser detenido, pero nadie lo denunció y ningún policía apareció.

En otros países también se implementaron iniciativas similares, y se dice que en Estados Unidos incluso se instruía a las mujeres para que convirtieran sus paraguas en armas letales en caso de ser abordadas verbalmente en la calle.

La figura de Ramón Falcón siguió siendo controversial. Entre agosto y octubre del año siguiente, cuando estalló la huelga de los inquilinos en protesta por el aumento de los alquileres, Falcón envió a los bomberos a reprimir las manifestaciones. En enero de 1908, cuando el presidente José Figueroa Alcorta decidió cerrar el Congreso debido a la falta de tratamiento de la ley de presupuesto, fue Falcón quien lideró el operativo con la participación de los bomberos y bajo la dirección de José María Calaza, su jefe.

Falcón también implementó la idea de formar parejas de cadetes para combatir a los patoteros y compadritos en las calles. Estas parejas, conocidas popularmente como “yunta brava” o “los Falconetes”, cumplían su labor con poca consideración hacia los infractores. Villoldo, nuevamente inspirado por esta situación, compuso el tango “Yunta Brava” con letra de Carlos Pesce y Antonio Polito. El tango decía:

“Aquí está la yunta brava

de los bailongos de medio pelo

abriendo cancha pa’ que salgan

los que quieran bailar un tango como yo”.

En cierta medida, las vidas de Villoldo y Falcón se cruzaron. Villoldo falleció el 14 de octubre de 1919 a los 58 años, mientras que Falcón murió en el ejercicio de su cargo el 14 de noviembre de 1909, víctima de un atentado anarquista. Falcón, quien afirmaba que el país estaba pasando de los malones indígenas a los malones rojos en referencia a los anarquistas, tenía 54 años al momento de su muerte. Ambos personajes representaron realidades distintas que podrían ser temas recurrentes en los tangos, como la desesperanza, los sueños, las muertes, los pesares e incluso los piropos.

___

Los modales porteños y el tango están estrechamente entrelazados en la cultura argentina. Los modales, comportamientos y etiqueta de los habitantes de Buenos Aires, conocidos como “porteños”, han sido moldeados por diversos factores a lo largo de la historia, y el tango ha sido una influencia importante en la manera en que se expresan y relacionan entre sí.

El tango, desde sus orígenes en los barrios populares de la ciudad, ha reflejado las dinámicas sociales y los modales propios de la época. Desde sus letras llenas de nostalgia y melancolía hasta su estilo de baile apasionado y cercano, el tango ha sido un espejo de las relaciones humanas y la forma en que los porteños interactúan entre sí.

Uno de los aspectos más destacados de los modales porteños es la importancia que se le da al trato personal y la cortesía. Los porteños son conocidos por su calidez y amabilidad, aunque también por su franqueza y espontaneidad. Estos rasgos se encuentran presentes en el tango, donde la comunicación emocional y directa es fundamental. La música y el baile del tango son una forma de expresar sentimientos profundos y conectar con el otro de manera íntima.

La caballerosidad y la elegancia son otros aspectos importantes de los modales porteños, y el tango ha sido un vehículo para transmitir estos valores. En el tango, el hombre asume el rol de “caballero” y la mujer el de “dama”. El hombre invita a la mujer a bailar y la guía con delicadeza en la pista. Estos gestos galantes se ven reflejados en los movimientos sutiles y coordinados del baile, creando una danza en la que el respeto y la elegancia son fundamentales.

Además de la cortesía y la elegancia, el tango también refleja una cierta melancolía y una visión nostálgica de la vida. Las letras del tango hablan de amores perdidos, desengaños y las dificultades de la vida cotidiana. Esta sensibilidad se traduce en los modales porteños, donde se valora la expresión emocional y se reconoce la importancia de las experiencias pasadas.

El tango también ha influido en la forma en que los porteños se relacionan con el espacio público. El baile de tango se lleva a cabo en las milongas, salones de baile donde la comunidad tanguera se reúne para disfrutar de la música y el baile. Estos espacios se convierten en lugares de encuentro y socialización, donde los porteños pueden conectarse con otros amantes del tango y compartir su pasión. Esta conexión con el espacio público fomenta una sensación de comunidad y pertenencia que se refleja en los modales porteños.

En resumen, los modales porteños y el tango están intrínsecamente ligados. El tango ha influido en la forma en que los porteños se expresan, se relacionan y se comportan. Desde la cortesía y la elegancia hasta la melancolía y la franqueza, el tango ha dejado una huella en los modales y en la cultura de Buenos Aires. Los porteños encuentran en el tango una forma de conectar con sus emociones más profundas y de expresarse de manera auténtica. El tango sigue siendo una manifestación cultural vibrante y una parte integral de la identidad porteña.

___

En la época en que el tango surgió en Argentina, a fines de 1906, el país experimentaba importantes transformaciones sociales, políticas y culturales. El tango no solo fue testigo de estos cambios, sino que también los reflejó y expresó de manera vívida a través de su música y letras. Se convirtió en una voz de la gente común, del barrio y el conventillo, y capturó la esencia de una sociedad en transición.

En el ámbito social, el tango surgió en un momento en que Buenos Aires experimentaba un rápido crecimiento urbano debido a la migración masiva de personas de diferentes partes del mundo, principalmente de Europa. La mezcla de culturas, tradiciones y experiencias de los inmigrantes se reflejó en el tango, que fusionó ritmos y estilos musicales de diversas procedencias. A través de su música y baile, el tango se convirtió en una forma de expresión para los desplazados, quienes encontraron en él una manera de comunicarse y preservar su identidad en una tierra nueva.

El tango también fue una expresión de la realidad política y económica de la época. Argentina atravesaba cambios en su estructura socioeconómica, con la consolidación de una clase media emergente y la expansión de la industria y el comercio. Sin embargo, también había una creciente brecha entre ricos y pobres, y el tango reflejaba las tensiones y desigualdades sociales que se vivían en la ciudad. Las letras del tango hablaban de la vida en los arrabales, de la pobreza, la marginalidad y las luchas cotidianas de aquellos que buscaban sobrevivir en una sociedad en rápida transformación.

El tango se convirtió en una forma de resistencia cultural, desafiando las normas establecidas y cuestionando la moralidad y las costumbres de la época. Las letras del tango abordaban temas tabú como el deseo, la pasión, el amor no correspondido y la infidelidad. Estas historias de amores turbulentos y vidas difíciles resonaron con una audiencia que buscaba escapar de la realidad y encontrar consuelo en la música. El tango se convirtió en la banda sonora de los corazones rotos y las esperanzas perdidas.

En este contexto, el tango se convirtió en una forma de expresión artística y un medio de crítica social. A través de sus letras y melodías, el tango se erigió como una voz del pueblo, denunciando la injusticia, la opresión y la desigualdad. Se convirtió en un canal para canalizar las frustraciones y esperanzas de una sociedad en constante cambio y búsqueda de identidad.

El tango también fue un espacio de encuentro y sociabilidad. Los salones de baile y los cafés tangueros se convirtieron en lugares de reunión donde la gente compartía su pasión por la música y el baile. El tango trascendió las barreras sociales y se convirtió en un lenguaje universal que unía a personas de diferentes clases y orígenes.

Con el paso del tiempo, el tango se fue consolidando como un símbolo de la identidad argentina. Su popularidad se extendió más allá de las fronteras de Argentina y se convirtió en un fenómeno internacional. El tango llegó a Europa y conquistó los salones de baile de París, Berlín y otras ciudades importantes. En cada país, el tango adquirió matices propios, fusionándose con otras tradiciones musicales y creando nuevos estilos.

Hoy en día, el tango sigue siendo relevante y continúa evolucionando. Conserva su esencia melancólica y pasional, pero también se ha adaptado a los tiempos modernos. Ha experimentado fusiones con otros géneros musicales como el jazz, el rock y la música electrónica, ampliando su audiencia y atrayendo a nuevas generaciones. El tango se mantiene vivo a través de festivales, milongas y espectáculos en todo el mundo, manteniendo viva la llama de esta expresión artística única.

En reconocimiento a su importancia cultural, el tango fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2009. Esta distinción resalta su valor como expresión artística y su papel en la construcción de la identidad argentina. El tango sigue siendo una poderosa forma de conexión emocional y una forma de mantener viva la memoria colectiva de una época de cambios y transformaciones.

En conclusión, el tango y la sociedad argentina de la época mantuvieron una relación simbiótica en la que el género musical reflejaba y expresaba las realidades sociales, políticas y culturales de ese momento. El tango se convirtió en un espejo de la sociedad en transición, capturando la esencia de una época de migración, desigualdades sociales y cambios culturales. A través de su música y letras, el tango se convirtió en una voz del pueblo, denunciando las injusticias y desafiando las normas establecidas. Hoy en día, el tango sigue siendo una expresión artística viva y relevante, que conecta a personas de todo el mundo a través de su pasión y emotividad.