“La corrupción es una enfermedad social” por Santiago Gómez

Por Santiago Gómez

A lo largo de la historia, encontramos en diferentes gobiernos conductas de corrupción relacionadas con el sector oficial de las economías nacionales.

Algunos de los autores definen a la corrupción como “la utilización de un puesto público para obtener beneficios privados o para beneficiar a terceros”.

La corrupción puede presentarse de distintas maneras. Algunas de ellas pueden ser:

– la apropiación directa de bienes materiales;

– manejo de información privilegiada;

– sobornos;

– extorción;

– fraude;

– entre otras.

Las conductas de corrupción provocan consecuencias devastadoras, tanto a nivel social como en la salud emocional de cada sujeto, ya que cuando se naturalizan las prácticas delictivas, se ponen en crisis tanto el sistema moral como las creencias y los valores de una sociedad.

Los actos de corrupción van asociados muchas veces a ciertos actos delictivos, como el lavado de dinero; el narcotráfico y otras acciones criminales.

PERFIL DEL CORRUPTO:

Algunas de las características que presentan son:

– plena conciencia de sus actos delictivos;

-ausencia de culpa por sus comportamientos inmorales;

– se rodean de secuaces para llevar a cabo sus planes de corrupción;

– enfermedad por el poder, que se manifiesta en diferentes trastornos de conductas;

– deseo obsesivo por acumular dinero y riqueza;

– se consideran a sí mismos invulnerables, esto significa que nada los afecta, ni las críticas, ni las diferentes acciones que puedan realizarse contra su conducta corrupta.

PERSONALIDAD:

v Personalidad narcisista: generalmente estos sujetos tienen esta personalidad, que se caracteriza por tener una estructura de pensamiento rígida, ya que perciben los hechos de la realidad en términos de “blanco o negro”, por lo que padecen de baja tolerancia a la frustración cuando no se cumplen sus expectativas.

v Tienen una necesidad permanente de ser protagonistas, ser mirados por los otros y recibir adulaciones de manera continua.

v Reaccionan muy mal frente a las críticas o cuando los otros no piensan de la misma forma que ellos, producto de los mecanismos de defensa que se activan para evitar la angustia y la crisis de Identidad.

v Se relacionan con los otros en términos de funcionalidad con el fin de poder satisfacer sus propias necesidades, lo cual hace que no se involucren emocionalmente.

¿Cómo vive la gente la corrupción?

Como ha sucedido en otros países, las personas van transitando por diferentes estados emocionales:

– indiferencia y apatía;

– reconocimiento y justificación de la corrupción: ya que se bien existe, por lo menos brinda ciertos beneficios;

– resignación: los sujetos piensan y sienten que la situación de corrupción que se vive no puede modificarse ya que va de la mano del poder;

– indignación y enojo;

– toma de conciencia e involucración social, exigiendo justicia por los casos de corrupción.

A nivel emocional, la corrupción afecta la salud mental y el estado de bienestar de los individuos de una sociedad, que en un primer momento lo viven como un estado de frustración, para dar luego a un estado de indignación que motoriza a los sujetos a pasara a la acción para que la situación cambie. Como vemos, se trata de un proceso de maduración individual, subjetivo, que con el tiempo cobra fuerza a nivel social.

Como sociedad, debemos de tener en cuenta que los actos de corrupción nunca tienen justificación, más allá del gobierno de turno del que se trate.

Cuando las conductas de corrupción aparecen y se mantienen en el tiempo, están dando cuenta de una sociedad enferma moralmente, que se ha resignado y ve como algo normal e inevitable que la corrupción exista. Dicho comportamiento se mantiene por las creencias erróneas como “los que van a venir van a resultar igual o peor”, “no hay que meterse”; etc.

Lo saludable como sociedad es poder mantener una actitud proactiva, teniendo un rol activo, denunciando los casos de corrupción, teniendo en cuenta que dicha conducta nunca está justificada.

Para mayor información:

Psicólogo Santiago Gómez

Director de Decidir Vivir Mejor y del Centro de Psicología Cognitiva

(Matrícula: 15.159)

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