Picarón: la picardía en la gastronomía
Dentro del barrio de Chacarita, en la Avenida Dorrego 866, se encuentra el restaurante Picarón. Abre sus puertas de lunes a sábados de 9 a 24, con un horario de almuerzos de 12:30 a 15:30, y cenas de 20:00 a 24:00, atendiendo por orden de llegada.
El restaurante está manejado por las manos de Maximiliano Rossi, un chef con mucha experiencia y una larga trayectoria, habiendo estado involucrado con la “alta cocina” desde hace mucho tiempo, y también, recorriendo todo tipo de proyectos gastronómicos, navegando entre vertientes distintas y alejadas de lo común. Esto se puede ejemplificar con su participación en restaurantes como Big Sur (comida callejera internacional de alta calidad) , Unik, y Sacro (cocina vegana).
En Picarón, Maximiliano Rossi buscó crear un espacio para tener la libertad de manifestarse a través de la cocina, con todas sus inspiraciones, sin obstáculos y con su propio estándar de calidad. Y lo logró, llegando a ofrecer platos chicos de todo tipo y trasfondo, a precios accesibles. En las palabras del mismo chef “la idea es que el comensal no se levante de su mesa sin haber probado tres opciones”.
No es casualidad la relación entre el nombre del restó y la llamada picaresca, nacida de parte de la obra española “La vida de Lazarillo de Tormes”, donde acompañamos a lo largo de la narración a un pícaro, para quien la comida es una parte esencial de su vida, es por lo que constantemente está peleando y esforzándose. El hambre marca la vida del Lazarillo de Tormes.
Para el establecimiento, se eligió un lugar moderno, esencial, informal y bien iluminado. Dentro del restaurante, nos podemos encontrar con una cocina abierta, que permite que el comensal observe la preparación de sus platos, además de la formación de una relación entre el equipo gastronómico y los comensales. La carta está concentrada, y se divide en opciones frías, calientes, platos del día y postres. Estos vienen en porciones de tamaño mediano, como un tapeo español. La identidad de Picarón no se puede identificar fácilmente, debido a lo que mencionamos anteriormente, la carta es constantemente cambiada por los gustos y las ideas del chef.
Podemos encontrarnos con platos fríos como el aguachile verde con melón y truchón (una referencia a la cocina mexicana con contrastes refrescantes), los duraznos a la plancha (con ricota ahumada, tomate reliquia, pesto de sésamo y hierbas), la palta tatemada (palta al fuego servida sobre dos naan), el tonnato maiale (de bondiola ahumada, alcaparras y salsa tonnato, acompañado de papas rejilla), y la trucha ahumada (con crema ácida, chaucha y cereza).
Entre los platos calientes, podremos encontrar a los picarones (pequeños buñuelos fritos de batata, dorados y esponjosos, acompañados de una rebanada de nduja calabrese y miel especiada de mascabo), el tamal de lengua de cerdo en recado (con masa de maíz nixtamalizado con frijoles negros y salsa macha), el huevo a baja temperature (con salsa romesco, verdeos asados y pan de masa madre), broccoli a la plancha (con crema de bagna cauda y pangrattato), entraña marinada (con fideos de batata y kimchi de nabo).
Luego, para finalizar, entre los postres, tenemos opciones como el helado casero de chocolate (con cookie de maní, praline, sésamos, y nibs de cacao), el pavlova (con cremoso de maracuyá, duraznos frescos y albahaca), y el helado de miel de naranjo (con higos frescos y panal de abejas).
Todo esto, acompañado de una corta carta de vinos en los que predominan bodegas pequeñas y nuevos estilos de preparación, además de distintos tipos de café, té, bebidas frías, además de otras opciones de pastelería para todo el día.
Picaron
