Origen del Museo Nacional de Bellas Artes hace 125 años

El histórico Museo Nacional de Bellas Artes fue inaugurado por primera vez en 1896 y hoy conocemos mas de como fue su origen.

El Museo Nacional de Bellas Artes fue inaugurado en diciembre de 1896 en el edificio de las tiendas Bon Marché de la calle Florida, hoy Galerías Pacífico. Desde su origen, se planteó como un espacio destinado a albergar arte internacional de todos los períodos históricos, y a promover y consolidar un arte argentino por entonces incipiente.

El inmueble funcionaba como una tienda de cuatro plantas, y buena parte de la construcción estaba destinada a otros espacios culturales, como el Ateneo, la Colmena, talleres de artistas y bibliotecas. Era la primera institución de su género en el país. Desde su origen, fue pensado como un espacio destinado a albergar arte internacional de todos los períodos históricos, y a promover y consolidar un arte argentino por entonces incipiente.

Al momento del corte de cinta, albergaba 163 obras, fruto de donaciones y aportes de artistas que el primer director y mentor de la institución, Eduardo Schiaffino, había gestionado en persona. También pintor, creía que la educación del gusto y el cultivo del arte eran pilares de la nación moderna. Con ese horizonte, en 1906, se embarcó al Viejo Continente y adquirió pintura antigua y contemporánea, calcos de yeso, y una serie de dibujos de maestros italianos, holandeses e ingleses de los siglos XVI al XVII –la llamada Colección Bayley–. Las obras servirían para la enseñanza de la escultura y la pintura en el país.

Además, compró en París una obra de Auguste Renoir en 1907, año en el que el Metropolitan Museum de Nueva York obtenía su primer óleo del francés. En tanto, de visita en el taller de Auguste Rodin, el escultor le regaló a Schiaffino el yeso de El beso, una de sus obras más célebres, que había triunfado en el Salón de 1898. Era su forma de agradecer la adquisición del mármol La Tierra y la Luna.

A la vez, series de aguafuertes y óleos del español Francisco de Goya arribaron durante las primeras décadas; y hacia 1902, ingresaron más de 900 grabados del siglo XVIII de Giovanni Battista Piranesi. La colección de arte argentino comenzó a tomar forma también en esos primeros años. A esto se sumó, en 1911, el premio adquisición del Salón Nacional, que pasaba a incrementar el acervo de obras contemporáneas. La Comisión Nacional de Bellas Artes, en tanto, impulsó una política de adquisiciones que amplió el patrimonio institucional.

Hacia 1910, en épocas del Centenario de la Revolución de Mayo, el Museo ya contaba en su colección con piezas de los maestros Francisco de Goya, Joaquín Sorolla y Bastida, Edgar Degas y Pierre-Auguste Renoir. El acervo del Museo se había multiplicado por 23 y alcanzaba las 3751 piezas.

Pronto el espacio del Bon Marché se reveló insuficiente, y en 1911, se inauguró la segunda sede del Museo: el Pabellón Argentino, una estructura monumental que el país había utilizado en la Exposición Universal de París de 1889 y que, luego de su traslado desde Francia, fue instalada en la Plaza San Martín. Esta construcción, de hierro y vitrales, era inadecuada para un Museo, por lo que debió ser acondicionada. Allí se exhibieron nuevas adquisiciones, como La ninfa sorprendida, de Édouard Manet, y Orillas del Sena, de Claude Monet.

Museo Nacional de Bellas Artes
Segunda sede del Museo Nacional de Bellas Artes

La institución fue trasladada en 1933 a su sede actual: la antigua Casa de Bombas de Recoleta, remodelada por el arquitecto Alejandro Bustillo. Durante esos años, se incorporaron destacadas piezas, entre ellas, Mujer del mar, de Paul Gauguin, Le Moulin de la Galette, de Vincent van Gogh, y Jesús en el huerto de los Olivos, de El Greco. Las salas repletas de obras fueron reemplazadas por espacios austeros, de paredes lisas y claras, e iluminación tenue. Esta arquitectura despojada estimulaba la contemplación de las obras, dispuestas entre espacios simétricos y a la altura de la vista del espectador.

Por entonces, el nuevo guion curatorial de la colección permanente se organizó por escuelas y en orden cronológico. La renovación puertas adentro incluyó un nuevo gabinete de dibujos y grabados, aportes científicos en el taller de restauración –creado en 1911– y una biblioteca pública de artes visuales, que, en la actualidad, es la mayor en su tipo de Latinoamérica.

A tono con las nuevas relaciones culturales marcadas por la posguerra y el interés por recuperar el protagonismo internacional apelando a su historia artística, en 1949, Francia envió una célebre muestra que incluyó 131 obras de 63 artistas. La exhibición incluyó piezas del movimiento impresionista hasta creaciones de las nuevas vanguardias de la primera mitad del siglo XX.

Entre los autores se destacaron Édouard Manet, Claude Monet, Camille Pisarro, Henry van de Velde, Alfred Sisley, André Derain, André Lhote, Henri Toulouse Lautrec, Pierre-Auguste Renior, Fernand Léger, Amedeo Modigliani, Suzanne Valadon y Paul Sérusier. Una década antes, “La pintura francesa de David a nuestros días” había acercado por primera vez a los maestros de esta escuela artística, como Eugene Delacroix, Jean Dominique Ingres, Edgar Degas, Henri Matisse, Pablo Picasso, Théodore Géricault y Maurice de Vlaminck.

Museo Nacional de Bellas Artes
Sede actual del Museo Nacional de Bellas Artes

La destacada colección de arte francés que alberga el museo comenzó a tomar forma gracias a una serie de donaciones y adquisiciones realizada por Antonio y Mercedes Santamarina (tío y sobrina). Dichas ofrendas fueron muebles, objetos, esculturas y pintura del siglo XIX. Entre ellos, Mujer joven con sombrero verde, de Auguste Renoir, Paisaje boscoso visto desde un pueblo, de Camille Corot, Ramo primaveral, de Henri Fantin-Latour, En observación, de Henri Toulouse-Lautrec, y Mujer de rojo de espaldas a la ventana, de Édouard Vuillard.

En diciembre de 1960 se inauguró una muestra panorámica de arte argentino. Fue la primera exposición que ocupó el pabellón anexo al museo, diseñado con este fin por el arquitecto César Janello (1918 – 1985), y durante la gestión de Jorge Romero Brest. Esta nueva estructura abierta, amplia y vidriada a posteriori, pasaría a formar parte integral del Bellas Artes como ámbito elegido para las exhibiciones temporarias destacadas.

En 1968, se organizo en colaboración con el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la muestra “De Cézanne a Miró” fue parte del programa de exposiciones temporarias desarrollado por el crítico de arte Samuel Oliver, y una de las exhibiciones más recordadas de la historia del Bellas Artes. Tras 20 años de esfuerzo para concretar el proyecto, el corpus reunido por el director Monroe Wheeler presentó 54 obras de 40 maestros de la pintura contemporánea pertenecientes a museos y colecciones privadas de Estados Unidos.

A comienzos de la década del 70, se incorporaron al museo las piezas de la colección del Instituto Torcuato Di Tella. El prestigioso conjunto, formado por renombrados historiadores del arte como Lionello Venturi y Giulio Carlo Argan, permitió agregar mediante adquisiciones y donaciones obras de maestros antiguos, modernos y contemporáneos europeos, estadounidenses y argentinos. Luego del cierre de dicho instituto, se gestionó la compra y el traslado de la colección al Museo Nacional de Bellas Artes, que se concretaría en 1973. 
 
De esta forma, las últimas décadas del siglo XX acogieron a grandes referentes del arte moderno internacional. Así, se sumaron obras de Pablo Picasso, Amedeo Modigliani, Marc Chagall, Vassily Kandinsky, Paul Klee, Lucio Fontana, Jackson Pollock, Mark Rothko y Henry Moore.
 
La historia de la producción local también se narra en las salas del Museo, que exhibe un vasto panorama de arte argentino, con obras de sus mayores representantes como Cándido López, Prilidiano Pueyrredón, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Raquel Forner, Grete Stern, Antonio Berni, Alicia Penalba, Gyula Kosice, Marta Minujín, Antonio Seguí y León Ferrari. Además, posee un importante conjunto de arte latinoamericano, que reúne obras de Pedro Figari, Joaquín Torres García, Tarsila Do Amaral, Diego Rivera y Jesús Rafael Soto, entre otras.
 
En sus más de 120 años, el Museo Nacional de Bellas Artes ha formado una importante colección de más de doce mil piezas de diferentes períodos artísticos, nacionales e internacionales, que lo constituye como una de las instituciones culturales más relevantes del continente.

Museo Nacional de Bellas Artes
El Museo Nacional de Bellas Artes por dentro en su sede actual

La del Bellas Artes es también la historia de cómo el Museo logró reunir las más de 12.000 obras que conforman el mayor patrimonio público de su tipo en la Argentina. Entre sus tesoros, posee la colección de arte europeo más importante de Latinoamérica y el conjunto de pintura española del siglo XIX más extenso fuera de la península ibérica.

Dentro de esas 12.000 piezas, se encuentran pinturas, esculturas, fotografías, dibujos, grabados, textiles y objetos, creadas entre el siglo III a. de C. y la actualidad, que abarcan el arte prehispánico, colonial, argentino e internacional. Cada año, 600.000 visitantes recorren las más de 40 salas de su sede, ubicada en Av. del Libertador 1473, Recoleta, Ciudad de Buenos Aires.

Cada cuadro o escultura es un universo en sí. Dice algo del contexto en el que se produjo y de la persona que lo produjo. Y también dice algo más. Por eso, a medida que se lo va conociendo, el museo parece volverse infinito, no solo por la cantidad de metros cuadrados que abarca, sino porque es una colección de mundos en los que podríamos seguir y seguir profundizando.

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