La importancia de la alfabetización y la lectoescritura

La importancia de la alfabetización y la lectoescritura

Aquí un leve abordaje de la importancia del proceso de alfabetización, cuales son sus beneficios y algunas estadísticas oficiales que según el contexto geopolítico y coyuntural, pueden dar una alegría o quizá quitarnos el sueño, espero que, después de la lectura de este artículo pueda ponerse en tema de conversación la magnitud que tiene la alfabetización en el mundo y como se puede dar un aporte aunque sea mínimo para solucionar el problema.

Adquirir y perfeccionar la lectoescritura es indispensable en nuestras vidas, enrique la mente, despierta vías neuronales y activa nuestra memoria, permite la identificación, comprensión e interpretación del mundo que nos rodea.

Alfabetizar en sentido estricto es enseñar a alguien a leer y a escribir, pero es también un instrumento fundamental para la comunicación y la educación.

La alfabetización es un empoderante de los pueblos, hace al ser más pensante, analítico y crítico, capaz de poder generar y defender sus ideas, asumir compromisos, aceptar errores y aprender de los mismos.

Es a partir de esto que se consolida el derecho a la educación, siendo la lectoescritura el pilar fundamental para la enseñanza y el método por excelencia para casi cualquier tipo de aprendizaje formal, podemos decir entonces que leer y escribir permite la participación con plenitud en la sociedad y sin esta capacidad no seríamos capaces de sobrellevar los complejos desafíos de nuestro tiempo.

A pesar de esto a escala mundial, al menos 750 millones de jóvenes y adultos no saben aún leer ni escribir y la tasa aumenta, según la UNESCO dos tercios de analfabetos son mujeres y en su gran mayoría, viven en el sur y el oeste de Asia y en África subsahariana.

En tanto, América Latina tiene aún unos 25 millones de analfabetos de esos 758 millones que se registran a nivel mundial, y los países más afectados son Brasil y México, los más poblados de la región. En cuanto al nivel de alfabetización, son Cuba y Uruguay con un 99.8% los países con mayor índice del continente y le siguen Colombia con un 98.7% y Argentina.

En la Argentina pasamos por un largo proceso de alfabetización que comenzó en 1869 con 77.4% y bajo contundentemente hacia 1895 con un 53.3% y continuó descendiendo a lo largo de los años y fueron registrados en los censos nacionales (35,9% en 1914; 13,9% en 1947; 8,5% en 1960; 3,7% en 1991; 2,61% en 2001), Argentina está considerado como un país libre de analfabetismo con un 1,9% de personas que no saben leer ni escribir.

Es Indispensable comprender la importancia que tiene reducir el analfabetismo a cero pues no es casualidad que en los sectores donde más abunda existen mayores desigualdades, tanto económicas como sociales, que por cierto muchas veces se las excusa como construcciones culturales. Si alfabetizar y educar vulnera la lógica de exclusión y desigualdad es entonces una manera eficaz de acercarnos a eliminar este problema.

Aquí elijo detenerme en el impacto y las dimensiones que tiene el analfabetismo en el adulto, estas se pueden agrupar en: salud, educación, economía e integración y cohesión social.

A su vez tienen grandes limitaciones de empleabilidad debido a un nivel bajo de conocimientos y de especialización, esto ocurre porque no han tenido acceso a la educación formal o porque simplemente la abandonaron tempranamente para incorporarse al mercado laboral por razones obvias, a esto se suma, que el individuo analfabeto dispone de bajos conocimientos de sus derechos y deberes, situación que puede derivar en la aceptación de contratos precarios y de baja calidad. Por otro lado los hijos de padres analfabetos, en sus primeros años de vida, probablemente tendrán experiencias restringidas en cuanto al aprendizaje de códigos de comunicación y de lectura y escritura.

Brindar la herramienta de la lectoescritura es garantizar el crecimiento emocional e intelectual de los individuos y en consecuencia, sus sociedades. Cuando hablamos de alfabetizar debemos pensarlo como algo mucho más profundo que únicamente enseñar a leer y a escribir, es la posibilidad de construir una sociedad más digna.

Paulo Freire dijo alguna vez “La alfabetización es más, mucho más que leer y escribir. Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento”. Sin duda, estas palabras reflejan la importancia vital de la alfabetización en nuestra sociedad actual. Desde sus inicios en el siglo XIX hasta los esfuerzos actuales para reducir el analfabetismo, hemos recorrido un largo camino en Argentina.

La alfabetización, ese proceso fundamental que nos permite acceder al conocimiento y comprender el mundo que nos rodea, ha demostrado ser un poderoso instrumento de empoderamiento y desarrollo. No solo nos capacita para la comunicación y la educación, sino que también nos hace más pensantes, analíticos y críticos. Nos permite generar y defender nuestras ideas, asumir compromisos y aprender de nuestros errores. En resumen, la alfabetización nos brinda la oportunidad de participar plenamente en la sociedad y enfrentar los desafíos de nuestro tiempo.

A pesar de los avances realizados, la realidad es que todavía enfrentamos grandes desafíos en materia de alfabetización a nivel mundial. Según la UNESCO, al menos 750 millones de jóvenes y adultos en todo el mundo aún no saben leer ni escribir, y esta cifra sigue en aumento. Es preocupante que dos tercios de los analfabetos sean mujeres, y que la mayoría de ellos vivan en el sur y el oeste de Asia, así como en África subsahariana.

En América Latina, la situación tampoco es alentadora. Aunque hemos logrado reducir la cifra de analfabetismo, todavía hay unos 25 millones de personas analfabetas en la región, de los cuales Brasil y México son los países más afectados debido a su alta población. Por otro lado, países como Cuba y Uruguay lideran la región con un índice de alfabetización del 99.8%, seguidos de cerca por Colombia con un 98.7% y Argentina.

En el caso de Argentina, hemos atravesado un largo camino en nuestro proceso de alfabetización. Desde 1869, cuando se registró un índice de alfabetización del 77.4%, hemos visto cómo esa cifra ha disminuido de manera constante a lo largo de los años, según los censos nacionales. En 1895, la tasa de alfabetización había descendido al 53.3%, y continuó disminuyendo hasta llegar a niveles alarmantes (35.9% en 1914; 13.9% en 1947; 8.5% en 1960; 3.7% en 1991; 2.61% en 2001). Sin embargo, gracias a los esfuerzos y políticas implementadas, Argentina ha logrado considerarse un país libre de analfabetismo, con solo un 1.9% de personas que no saben leer ni escribir.

Es fundamental comprender la importancia de reducir el analfabetismo a cero, ya que no es coincidencia que los sectores con mayores tasas de analfabetismo también presenten mayores desigualdades económicas y sociales. Estas desigualdades muchas veces son justificadas como construcciones culturales, pero si queremos superar la lógica de exclusión y desigualdad, la alfabetización y la educación se convierten en herramientas eficaces para abordar este problema.

Detengámonos ahora en el impacto y las dimensiones que el analfabetismo tiene en los adultos. Estas se pueden observar en ámbitos como la salud, la educación, la economía y la integración y cohesión social. Por un lado, aquellos adultos que son analfabetos enfrentan limitaciones significativas en términos de empleabilidad debido a su bajo nivel de conocimientos y especialización. Esto se debe a que no han tenido acceso a la educación formal o la han abandonado prematuramente para ingresar al mercado laboral. Como resultado, estos individuos carecen de un conocimiento sólido de sus derechos y responsabilidades, lo que los expone a aceptar contratos precarios y de baja calidad. Además, los hijos de padres analfabetos probablemente experimentarán limitaciones en su aprendizaje de habilidades de comunicación, lectura y escritura durante sus primeros años de vida.

En este sentido, brindar la herramienta de la lectoescritura es garantizar el crecimiento emocional e intelectual de los individuos y, por consiguiente, de sus sociedades. Cuando hablamos de alfabetizar, no nos referimos únicamente a enseñar a leer y escribir, sino a la posibilidad de construir una sociedad más digna y justa para todos. Como bien dijo Paulo Freire, “La alfabetización es más, mucho más que leer y escribir. Es la habilidad de leer el mundo, es la habilidad de continuar aprendiendo y es la llave de la puerta del conocimiento”.

En conclusión, la alfabetización es un pilar fundamental para el desarrollo de las personas y las sociedades. A pesar de los avances logrados, todavía enfrentamos desafíos significativos a nivel mundial y regional. La erradicación del analfabetismo es un objetivo que debemos perseguir con determinación, ya que está estrechamente ligado a la reducción de desigualdades y a la construcción de una sociedad más inclusiva.

La historia del analfabetismo en Argentina es un reflejo de los desafíos y las transformaciones que ha atravesado nuestra sociedad a lo largo del tiempo. Durante el período colonial, la educación estaba reservada a una élite privilegiada, lo que perpetuaba la desigualdad y la exclusión social. Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XIX, se produjeron importantes avances en materia educativa gracias a la influencia de la inmigración masiva y la promoción de la educación pública. A pesar de estos avances, el analfabetismo aún persistía en sectores marginales y rurales.

Una de las principales causas del analfabetismo en Argentina se encuentra en la desigualdad económica y social que afecta a nuestro país. La falta de recursos y oportunidades dificulta el acceso a la educación para amplios sectores de la población. Las familias de bajos ingresos a menudo se ven obligadas a priorizar otras necesidades básicas, como alimentación y vivienda, en lugar de invertir en la educación de sus hijos. Esta situación crea un círculo vicioso en el que la pobreza se perpetúa de generación en generación.

Otra causa fundamental del analfabetismo radica en la falta de infraestructura educativa adecuada. En numerosas regiones rurales y urbanas desfavorecidas, las escuelas son escasas y se encuentran en mal estado. La falta de aulas, mobiliario y recursos didácticos dificulta el proceso de aprendizaje y desalienta la permanencia de los alumnos en el sistema educativo. Además, la falta de docentes capacitados y motivados contribuye a la baja calidad educativa y al aumento de la deserción escolar.

La discriminación de género también es una causa importante del analfabetismo en Argentina. A pesar de los avances en la equidad de género, aún persisten barreras que impiden el acceso de las mujeres a la educación. En muchas comunidades, las niñas se ven obligadas a abandonar la escuela tempranamente debido a roles tradicionales de género y responsabilidades domésticas. Esta situación perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades de desarrollo de las mujeres en la sociedad.

Además de estos factores, es necesario tener en cuenta la falta de políticas educativas adecuadas y la ausencia de una inversión suficiente en el sistema educativo. A lo largo de los años, se han implementado programas y reformas educativas, pero muchos de ellos han sido discontinuos o no han sido implementados de manera efectiva. La falta de continuidad y la falta de recursos destinados a la educación dificultan la erradicación del analfabetismo y perpetúan las brechas sociales existentes.

El analfabetismo en Argentina es una realidad compleja y arraigada en diversas causas. La desigualdad económica y social, la falta de infraestructura educativa, la discriminación de género y la falta de políticas efectivas son solo algunas de las razones que explican esta problemática. Para superar el analfabetismo y sus consecuencias sociales, es necesario abordar estas causas de manera integral y establecer políticas educativas inclusivas y sostenibles. Solo así podremos construir una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan acceso a una educación de calidad y oportunidades de desarrollo pleno.

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